Resulta palpable el creciente interés (y empleo) de la madera en el campo de la construcción. Un recurso renovable, reciclable y natural que reduce enormemente la huella de carbono de cualquier proceso de edificación. Sin embargo, hay quienes sienten cierta reticencia al considerar la importante tala de árboles que este tipo de actividades puede implicar. Pero la sostenibilidad arquitectónica y la preservación medioambiental no son conceptos que deban contradecirse entre sí siempre y cuando se respeten ciertas condiciones.
Dicho de otra manera: no cualquier tipo de madera es válida para lo que se considera una gestión responsable y transparente. El material debe poseer una certificación y, por tanto, todas las garantías de procedencia, donde se asegura que proviene de bosques gestionados de forma sostenible y de trazabilidad (o cadena de custodia), por la que cada pieza está sujeta a un seguimiento exhaustivo en todas sus fases hasta el producto final. Esto excluye de la ecuación los bosques centenarios y protegidos y obliga al cumplimiento de una serie de normativas y parámetros fundamentales.
Para que se pueda hablar de un “bosque sostenible” es necesario aplicar un programa que, a pesar de la explotación maderera, garantice un entorno rico en biodiversidad y ecológicamente operativo. Este conjunto de regulaciones también debe tomar medidas para la reforestación, proteger la salud y derechos de las comunidades, y contribuir a reducir el hambre y la pobreza de las áreas correspondientes. En definitiva, se trata de verificar que el impacto medioambiental en la extracción y procesamiento de la madera es el mínimo posible, no causa daños y permite preservar y cuidar el planeta y su gente.
Es más, en una nueva publicación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con motivo del Día Internacional de los Bosques, se explica la manera en que el empleo de productos derivados certificados de la madera puede ayudar a combatir el cambio climático y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las razones son claras: genera menos desechos que otras alternativas convencionales, acelera los plazos de construcción ahorrando en tiempo y dinero, contribuye a la eficiencia energética por su capacidad de conducción de calor, es renovable y reciclable y , sobre todo, alivia a la atmósfera del dióxido de carbono que tanto agrava el calentamiento global. Como dato de referencia: los diseños de acero y hormigón emiten entre el 34% y el 81% más de gases de efecto invernadero que la madera, y liberan entre un 24% y un 47% más de contaminantes al aire.
Es decir, reemplazando los materiales habituales por la madera se podría crear un futuro libre de carbono en el que las ciudades actuarían como bosques encargados de su almacenamiento. Una especie de reforestación urbana que incrementaría la calidad de vida e, incluso, el estado anímico de la población. De hecho, hay evidencias que demuestran el efecto positivo de la madera en el bienestar de las personas y en su nivel de productividad. El único reto que queda por delante para hacer esta utopía realidad es asegurarnos de aumentar la superficie forestal y, al mismo tiempo, de promover un uso eficiente y sostenible de la madera en todo momento.
▶ En este sentido, no hay motivo de preocupación con Maderas Azcona ya que trabajamos con material certificado, de calidad y absoluta confianza. Además, gracias a una trayectoria profesional de más de un centenar de años en el sector del almacenamiento, venta y distribución de madera y derivados y un amplio repertorio de servicios que incluyen el corte, de alta precisión, mecanizado, canteado de melaminas y cepillado tableros, logramos satisfacer las necesidades de cualquier cliente. Pero más allá del dilatado “know how” empresarial que nos permite ofrecer un detallado asesoramiento a cualquier nivel, la atención personalizada es lo que verdaderamente marca nuestra diferencia operativa.
De persona a persona, y, de maderas: Azcona.
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