Madera Abeto
La madera de abeto procede de árboles de gran altura (pueden alcanzar los 50 metros) cuyo tronco posee un tono blancuzco muy característico. Es de calidad y especialmente resistente por lo que se utiliza, a menudo, para la creación de piezas de mobiliario y revestimiento de edificios. Sin embargo, no debe confundirse con la madera de pino, que, aunque similar, resulta algo más fuerte y densa.
Se trata de un material suave y blando, de estructura porosa y alto contenido en resinas como corresponde a las especies coníferas pero el abeto se distingue del resto por su color anaranjado o rojizo y por un grano fino. Desde el punto de vista estructural, suele emplearse para el encolado ya que no presenta bolsas de resina que puedan exudar al exterior y entorpecer el proceso. Y, en general, es un recurso perfecto para la realización de trabajos de carpintería de interior, entramados ligeros, madera laminada encolada, mobiliario, instrumentos musicales o embalajes de madera.
Lo cierto es que la madera de abeto no ha pasado nunca desapercibida como material de construcción. Es más, ya en la Antigüedad se apreciaba el fuste recto, largo y cilíndrico tan representativo de esta especie y que resulta tan útil para la construcción de vigas estables y homogéneas. Una trayectoria milenaria a la que se suma el fuerte simbolismo histórico asociado al abeto y que lo han convertido en un aliado natural a lo largo de la historia tanto para la edificación arquitectónica como para la armonía espiritual.
Si bien es una especie en declive a causa de los efectos negativos del cambio climático, la madera de abeto sigue estando muy presente en el mercado gracias a la ligereza, durabilidad y homogeneidad técnica que brinda. Además, no presenta dificultades en el trabajo de aserrado, mecanizado o encolado y, aunque es poco impregnable ante barnices, tintes o pinturas, admite la aplicación de productos que ofrecen acabados con intensidades de tono y color diferentes y muy atractivas.
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