Madera Roble
El roble ha sido venerado desde la Antigüedad por su dureza y majestuosidad estética. Todo un referente de distinción natural en el ámbito de las maderas nobles.
La madera de roble es una de esas maderas macizas que debe su prestigio a las propiedades mecánicas que ofrece. Recurso prolífico donde los haya, su considerable resistencia y densidad le han labrado una fama más que merecida. Soporta perfectamente la humedad y el paso del tiempo por lo que no se deteriora con facilidad. De hecho, son estas cualidades las que han hecho del roble un material muy demandado en el ámbito marítimo. Pero sus bondades no se limitan al plano técnico sino que vienen marcadas por una notable exuberancia en el plano estético con un repertorio cromático que abarca desde los marrones claros y oscuros hasta los rojizos y amarillentos.
El árbol del roble común ha sido venerado desde la Prehistoria y razones para ello no faltan. Con un porte majestuoso, copa ancha y un tronco que puede alcanzar hasta los 12 metros de altura, al roble se le han asociado numerosas cualidades para favorecer el bienestar físico e incluso espiritual. De lo que no hay duda, es que, ya en la Antigüedad, supieron apreciar la idiosincrasia única de esta especie cuya madera ha resultado clave para la construcción desde tiempos inmemoriales.
En lo que se refiere a los posibles usos de la madera de roble, el abanico es cuanto menos profuso y exhaustivo. Con frecuencia, se utiliza para crear mobiliario de alta calidad, pavimentos de interior, trabajos de carpintería, tonelería y torneados, chapas decorativas, vigas de madera o tableros. Y, para muchos, el roble es la madera de referencia cuando se trata de crear ambientes de una categoría superior gracias a sus matices envejecidos, naturales, blancos, oscuros…Opciones no faltan, distinción en todas ellas tampoco.